Viaje a Europa: Praga
- On 10 marzo, 2016
A finales de febrero se publica la esperada lista con los afortunados que podrán asistir al tradicional viaje europeo paulino, cuyo destino este año será la República Checa, en concreto Praga, una de las joyas europeas. Finalmente fuimos 36 los colegiales elegidos. Este año la gran acogida del viaje por parte de las promociones mayores hizo que muy pocos colegiales de segunda promoción y aspirantes pudiesen optar a una plaza.
El viaje, preparado y organizado por nuestro Decano Alejandro Martínez Rico, con no pocos quebraderos de cabeza, pero con un resultado fantástico, presentaba todos los ingredientes para ser una gran experiencia: elemento cultural, religioso (incluso misa en checo), y múltiples opciones de ocio para todos los gustos (desde Pub Crawl, hasta scape room, pasando por paseos en barco por el río Moldava que atraviesa la ciudad), contemplando tiempos de descanso para poder recuperarse de las visitas guiadas por la ciudad después de noches de poco sueño.
Comenzamos madrugando el jueves 3, partiendo hacia el aeropuerto de Barajas a las 7:30 desde el Mayor. El vuelo estaba previsto aterrizara en Praga sobre la una del mediodía y sin ningún contratiempo afortunadamente, nos dirigimos en autobús hacia el hotel. En cuanto salimos del aeropuerto pudimos comprobar e intuir que si bien el tiempo no era tan frío como el que habíamos imaginado, era algo peor que en Madrid. Una vez nos dejó el autobús en la Plaza de Wenceslao, centro de la ciudad, caminamos hacia el hotel situado a dos manzanas de allí. Se trataba de un hotel muy acogedor, cómodo, de habitaciones dobles y triples, pero sobre todo con wifi (¿que estaríamos haciendo hace quince años si no tuviésemos wifi? Inquieta preguntárselo, no vaya a ser que no sea tan necesaria como creemos).
Ya estábamos en Praga, sin duda capital europea de la cerveza ¿y qué mejor forma de conocer Praga que hacerlo paseando con una cerveza en la mano? Pues eso hicimos. Nos apuntamos a una visita guiada por Praga con barra libre de malta y de vino tinto, que aquí es costumbre tomárselo caliente. Nuestro guía Andy Checoleta y el barman Josh, nos enseñaron rincones de Praga con sus anécdotas, como cuando los nazis derribaron sin saberlo la estatua de Wagner, compositor favorito de Hitler, o las estatuas meantes, que describen en el agua pasajes de Kafka, nativo de la ciudad. Tuvimos ocasión incluso de dejar nuestro sello en el muro de John Lennon, donde los jóvenes praguenses iniciaron sus protestas contra los comunistas con pintadas y grafitis. Terminamos bastante cansados de todo el día, y en vistas a que al día siguiente tocaba un día duro visitando toda la ciudad de Praga con visita guiada (esta vez de forma más seria) guardamos sueño pronto.
A la mañana siguiente comenzamos la visita en la plaza de San Wencesalo, patrón de Bohemia. Recorrimos practicante toda la ciudad, pasando por los lugares más emblemáticos que hacen de esta ciudad una de las más bellas del Centroeuropa: la Torre de la Pólvora, el reloj astronómico, Old Town Square, el barrio judío y sus sinagogas, entre la que destaca la llamada Sinagoga Española por su decoración de estilo parecido al mudéjar, el famoso puente de Carlos con sus esculturas de cobre, y finalmente el Castillo desde el que se divisa la ciudad entera a vista de pájaro. No hubo monumento emblemático que se quedase sin el ya clásico “robado” de Sebastián Llobera.
Por último, visitamos la Iglesia del Niño Jesús de Praga donde algunos colegiales escuchamos misa en Checo. La historia de este Niño Jesús de cuarenta y ocho centímetros entregado por la princesa Polixena Lobkowitz a los padres carmelitas que llegaron a la ciudad en el año 1620 es apasionante, llena de milagros, concesiones, gracia abundante y favores para los que se acercan con fe y devoción. Esa noche tuvimos la cena a la que nos invita todos los años el Mayor en un restaurante que es al mismo tiempo una fábrica de cerveza.
El sábado teníamos programado viajar a la ciudad Balneario de Karlovy Vary, un municipio escondido en un valle donde emanan aguas termales con importantes atributos medicinales. Situado en la parte más occidental de la República Checa, los pequeños bosques de hoja caduca con árboles muy elevados que separaban los grandes campos de cereal checo nos acompañaron en los 150 km de trayecto. Es curioso comprobar cómo mientras España es un pequeño gran continente, con una diversidad de paisaje enorme, la sensación aquí era de kilómetros y kilómetros monótonos.
Trece son las fuentes de las que mana este agua curativa que incluso emplean las clínicas locales para determinados tratamientos, y cada fuente con sus propiedades particulares. Además de las aguas termales, es típico de esta localidad el Becherovka, un licor de 32 hierbas y raíces. La ciudad está llena de negocios como joyerías, grandes firmas de ropa, hoteles de lujo… en consonancia con los visitantes que suelen proceder de Rusia y Alemania.
Por la tarde volvimos a Praga, para disfrutar cada uno a su elección de la última noche. Algunos decidimos aventurarnos en un Pub Crawl, que consiste en ir en grupo con gente de distintas nacionalidades por distintos pubs de Praga. Lo pasamos muy bien y pudimos conocer gente de Italia, Estados Unidos, Inglaterra, Argentina… finalmente culminamos la noche en la famosa discoteca Karlovy Lazne de 5 plantas, la más grande de Centroeuropa que ofrece una música muy variada y un ambiente diverso.
El domingo costó levantarse de la cama para hacer el checkout. Hemos hecho gala de nuestra “puntualidad paulina” en muchos momentos del viaje pero por suerte, conseguimos salir puntuales hacia el aeropuerto para tomar el vuelo de vuelta a Madrid. Sin duda ha sido un viaje magnifico. Praga proyecta una mezcla entre estilo de vida alemán pero con mentalidad eslava, incluso por rasgos físicos. La huella soviética sigue algo latente, lo cual se refleja en la arquitectura. Nos hemos divertido, hemos aprendido, y haciendo todo como debe hacerse. Hay que agradecer a la Dirección que ha organizado el viaje, en concreto a los que nos han acompañado, cuidado y soportado para que no la “liáramos” más de la cuenta, a nuestro Director Adjunto José Manuel Varela, y a los Decanos Alejandro y Toño Gausí, y a todos los paulinos que hemos ido por haber hecho de este viaje algo inolvidable.
Aurelio Ortillés Gracia
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