
Detente, caminante. Homenaje al propagandista José Luis Gutiérrez García
- On 21 diciembre, 2022
Él lo hubiera dicho con más gracia y probablemente en latín: ¡Siste, viator! Esto es: detente, caminante; o mejor, detente, viajero; pero también, viandante; o en su traducción más acorde a los textos de César o Tito Livio, a las legiones romanas, lo traduciría por una orden de alto a un mensajero oficial. Él lo habría hecho con su habitual énfasis, con su perfecta retórica, su voz grave, las pausas correspondientes, el acompasado gesto, las manos ensalzadoras de su palabra, y el humor y la sonrisa que la naturaleza de la inteligencia procura y Dios regala. Así era el José Luis Gutiérrez que nosotros conocimos; así hablaba, así se expresaba. Hoy ha comenzado otro viaje, el más importante. Después de noventa y ocho años de vida, conociendo perfectamente el destino, sabía cómo se podía llamar a la puerta de la casa del Padre. Para quienes le conocimos en sus dos últimas décadas resulta chocante, ciertamente llamativo, que cuando se han escrito en matutinos y vespertinos periódicos digitales su biografía, no se mencione algo que para él fue muy importante: ser y permanecer como patrono del Colegio Mayor de San Pablo la friolera de diez años. Pero decíamos que lo conocimos mucho antes, cuando era Director del Instituto de Humanidades y se había constituido recientemente la cátedra de Doctrina Social. Fue una tarde de comida y café; un grupo de jóvenes profesores le escuchábamos por primera vez. Argumentaba con su retórica clásica, cuidada forma, estudiado fondo, palabra elegante…como su atuendo. Para rematar la exposición, la vieja anécdota atribuida a D´Ors sobre un texto que da a leer a su sirvienta Matilde…. humorada, ingenio, pero sobre todo la gracia andaluza para narrarlo, nos acercaban a aquel discípulo del Cardenal Herrera Oria. Los últimos años, cuando estaba citado en la sede de la ACdP, no dejaba de pasar por el Colegio Mayor de San Pablo. Siempre preocupado por la marcha del Mayor, aprovechaba para pedir un cigarro. Eran esos diez minutos de idílica clandestinidad envuelta en humo, de confesiones, de consejos y de recuerdos. De esas reuniones, de su magia, solo puede dar cuenta quien ha vivido la esencia de lo colegial. José Luis lo había sido hacía muchos, muchos años, del Colegio Mayor San Juan Evangelista, cuando éste era propiedad de Acción Católica. Mucho después, patrono del Mayor de San Pablo desde el 17 de abril del 2007 hasta un triste 13 de diciembre del 2017. Cuando se inició en la andadura paulina, entrar en el patronato era cosa seria. Junto a él se sentaban tres ministros: Sánchez Ventura, Marcelino Oreja y José Manuel Otero. Era la época de los nuevos planes de estudio, de adaptación al Espacio Universitario Europeo (así lo llamaban y así lo tratábamos); eran los tiempos propicios para aumentar las becas para este Mayor de prestigio donde había preocupación por no perder ninguna mente privilegiada por falta de oportunidad económica. Eran tiempos de reforma de la originaria capilla, el debate sobre la obra de Rupnik; el de la consagración del Mayor al Sagrado Corazón y poco después, de las cenas con motivo del premio Fernando Martín Sánchez-Juliá. Cada año, una noche de fin de curso, los premiados y la dirección se reunían con José Luis Gutiérrez. Presididos por un gran cuadro con la foto de Fernando Martín-Sánchez, nuestro querido José Luis narraba anécdotas de ese gran hombre y fundador del San Pablo. Pero al tiempo, se interesaba por cada premiado, por su vida, corta vida estudiantil, por sus aficiones, por sus inquietudes, pero sobre todo, por sus aspiraciones profesionales, intelectuales y espirituales. Dicen, cuentan los libros, que en las viejas calzadas romanas, fuera de sus límites pétreos, pero a pie de la vía, se solían poner unos carteles que imperativamente instaban a detener el paso; la razón no era banal, ahí yacían los cuerpos de hombres que merecían un respeto, una admiración, una oración. Siglos después, en nuestra Ciudad Universitaria, en la Facultad de Filosofía y Letras, al mismo lema latino acompañaban los nombres de los ilustres estudiantes y profesores caídos en campaña. Sería de justicia que en la fachada del Mayor de San Pablo, junto a las placas que todavía hoy nos reciben, cincelásemos bajo ese lema en latín y acompañado de los nombres de Fernando Martín, Ventura, Isidoro, Valcárcel, Cano… y tantos otros, el nombre de José Luis Gutiérrez. Hoy, desde ese cielo velazqueño que tan bien describió nuestro fundador, todos le abrazan; y lo hacen con un abrazo paulino.
Por José Manuel Varela Olea
Director Adjunto
0 Comments