Luís Hernández
De todos es sabido que los mejores vinos que existen son los que llevan un tiempo en la barrica. Como si de un buen Ribera o Rio- ja se tratara, hay personas que mejoran con la edad. No porque antes no fueran buenos, sino porque la experiencia les ha hecho imprescindibles. Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Adolfo Suárez, fue el protagonista de la cena- coloquio celebrada el pasado 7 de marzo. La cena se centró, prin- cipalmente, en tres temas: las vivencias del diplomático en el CMU de San Pablo, su labor durante su estancia en el primer gobierno de la democracia y en UCD y el análisis de la actualidad nacional e internacional. Quizá la parte más entrañable tuvo que ver con su relación con el colegio. Aunque su vida como colegial se redujo a un año, coinci- diendo con la puesta en marcha del mismo allá por 1950, su víncu- lo con la institución ha perdurado hasta la actualidad. Varios hijos suyos le han sucedido como residentes y recientemente se le ha nombrado miembro del Patronato que rige el centro. Especialmen- te al inicio de la cena, Oreja se explayó con anécdotas e historias que recordó con cariño alentándonos a aprovechar las amistades y a apreciar lo que recibimos aquí. Un segundo momento, de tinte más político, tuvo lugar con el turno de preguntas. El director del Aula Política de la Universidad San Pablo CEU profundizó en varias decisiones que hubo de tomar jun- to a otros ministros relativas a la etapa de la Transición y unió su desarrolló al buen trato que tuvo con muchos de ellos a través del grupo Tácito, que se reunía en las aulas del Mayor de San Pablo. El fin de la UCD, el 23-F o su nombramiento como ministro apare- cieron progresivamente en la conversación. Por último, otras cuestiones le abordaron en torno a temas vigen- tes en la geopolítica actual, como el problema de las revueltas en el norte de África o dilemas de tipo económico y comercial en la Unión Europea, ámbito que demostró conocer bien por su expe- riencia en la Comisión Europea en su sección de Transportes y Energía. En definitiva, uno de los actos más entrañables para el protagonis- ta y para todos los que pudimos disfrutarlo. Por quién es, por quién ha sido y por lo que nos ofreció en la cena-coloquio. Ojala que, dentro de unos años, habite en nosotros el mismo cariño y afecto que todavía permanece en Marcelino después de haber entrado por primera vez en el colegio hace ya más de media centuria.